TALLER DE LECTURA DE ANÁLISIS DEL CONTEXTO # 1
1. Cuál es la idea central del texto titulado “por qué nos hacemos preguntas”
2. Además de las preguntas mencionadas en el texto, qué otras crees que merecen una atención filosófica? Argumenta tu respuesta.
3. ¿Consideras que preguntas en torno a la vida, al alma, a Dios y a la muerte pueden llegar a tener una respuesta definitiva? Explica
4. Explica por qué la muerte y el alma son temas de reflexión filosófica.
5. ¿Qué posición defiendes con respecto al problema de la muerte? Argumenta
6. Con qué posición te identificas: Materialista o metafísica. Argumenta
7. ¿Cuál es tu opinión con respecto a la valoración de la vida?
8. ¿Es posible llegar a tener una respuesta que resuelva los interrogantes planteados en la lectura? ¿Por qué?
9. ¿Por qué se afirma que la filosofía no pretender dar respuestas acabadas?
10. Interpreta la expresión: “Cada pregunta debe surgir del deseo de saber”
11. De acuerdo a la lectura, ¿qué se entiende por preguntas esenciales?
12. ¿En qué momento podemos hablar del origen de la filosofía?
13. ¿Qué requisitos crees que la filosofía exige del individuo? Explica
14. Encuentra la relación que existe entre disposición y filosofía
15. ¿Crees que para hacer filosofía se necesita de cierta vocación? Explica
Todos somos en cierto modo, filósofos, ya que contamos con una poderosa fuerza que es el asombro. Asombrarse significa dejar de ver sólo hasta los límites de nuestras necesidades y utilidades prácticas y levantar la mirada más allá de lo que todos los días se nos presenta como “normal o conocido”. La costumbre de ver y hacer las cosas todos los días, no nos permite ver lo maravilloso que es esto.
Haz observado día tras día que el sol se levanta por un costado del paisaje en que vives, te has dado cuenta que realizas cosas cotidianamente pero no profundizas en porqué o para qué las realizas. ¿te has puesto a pensar en lo que podría pasar si un día el sol dejase de salir? ¿Has pensado en el día en que el sol no se oculte?. Preguntas como estas nos permite dar cuenta de que el mundo está lleno de muchos misterios por resolver, y que al intentar resolverlos, necesitamos volver a ver el mundo como si fuese la primera vez, como cuando éramos pequeños y hasta las cosas que hoy consideramos triviales y sin importancia, en aquella etapa de nuestra vida nos sorprendían y nos llevaban por el inmenso mundo del conocimiento, del asombro y de la curiosidad.
A lo largo de los siglos, la mayoría de las discusiones sobre la cultura occidental se han centrado en los preceptos y las prácticas de la tradición judeocristiana. Durante más de dos mil años, cualquier consideración acerca de la vida espiritual caía dentro de la esfera privilegiada de la religión organizada. Pero el desarrollo del laicismo moderno en los siglos XVIII y XIX supuso comprometer la credibilidad del sendero religioso y causó un grave dilema para el mundo occidental moderno: los imperativos espirituales de la vida siguen exigiendo nuestra atención en una época en la cual los mecanismos tradicionales para enfrentarse a dichas necesidades se han vuelto cada vez más disfuncionales e ineficaces.
Un día, un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pastura. Siendo animal irracional, abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas. Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero, líder de un rebaño, que, viendo el espacio ya abierto, hizo a sus compañeros seguir por allí.
En una sociedad libre, una de las cosas que podemos controlar es el rumbo de nuestra vida social, la opción entre aquello a lo cual nos dedicaremos y las cosas que descartaremos: una carrera, una empresa, una formación o una familia. Otro de los factores bajo nuestro control son las personas con las que elegimos relacionarnos: nuestras parejas, amigos, socios, etc., como también los lugares donde queremos vivir y trabajar, nuestras diversiones, la ropa que vestimos y el deseo de lo que nos gustaría poseer.
Taller No. #2
La filosofía al rescate del ser humano: Antropología
1. Explica tu interpretación de la caricatura “¿porqué es preciso aprender filosofía?”
2. ¿En qué sentido la filosofía rescata al ser humano? Argumenta tu respuesta.
3. ¿Qué tipo de crisis se expresa en la segunda caricatura? ¿Cuáles serán sus causas? ¿Cómo superarla?.
4. ¿Cuál ha sido el ideal de la humanidad a través de la historia?
5. A qué se refiere el texto con: “necesidad más elevada”
6. En el texto ¿qué se entiende por realización humana?
7. Crees que la ciencia, y la tecnología han logrado la satisfacción espiritual? Porqué?
8. ¿Qué significa correlación inversa entre prosperidad material y satisfacción espiritual?
9. Explica cuál es el desafío al que se ve enfrentada la cultura moderna
10. En el ideal de una vida plena, ¿qué papel consideras que desempeña la filosofía?
11. ¿Por qué se afirma que la tradición judeocristiana ha perdido credibilidad?
12. ¿qué se entiende por laicismo moderno?
13. Según la lectura, ¿la fe ha logrado la satisfacción plena del ser humano? Explica
14. ¿Qué entiendes por investigación racional?, ¿por qué es una vía distinta a la fe?
15. Explica cuál fue el principal aporte de los griegos antiguos y qué opinas sobre esto
PRIMERO Y SEGUNDO PERIODO DEL AÑO 2020
RESPONDER TALLER 1Y2
Introducción a la filosofía
Por qué nos hacemos preguntas.
Hay preguntas de gran importancia para el ser humano: aquellas que tienen que ver con el sentido de la vida, con el alma, con Dios, con la muerte ... Generalmente, cada uno de nosotros se forma algunas ideas al respecto, además de reconocer doctrinas ya existentes que asumen una posición definida.
Algunos piensan que hay vida después de la muerte, mientras que otros afirman lo contrario. Por su parte, otros dicen que el problema no es la muerte, sino el modo de asumirla. En relación con la existencia del alma, unos piensan que ella no es sino el conjunto de nuestras funciones orgánicas, adoptando de este modo una postura materialista. Otros piensan que el alma es algo por sí misma, independiente del cuerpo, tomando partido por explicaciones de carácter metafísico, es decir, aquello que está más allá de lo físico.
En cuanto a la valoración de la vida, hay quienes la consideran carente de sentido, mientras que otros la afirman incondicionalmente, pese a todas las vicisitudes por las que atraviesen los individuos. Para algunos filósofos, este tipo de consideraciones excluyentes entre sí, no son necesariamente irreconciliables ni contradictorias.
Ante la incertidumbre de este mar de opiniones, es natural preguntarnos ¿qué postura asumir, quién tiene la razón y por qué?; ¿Es posible resolver estos interrogantes? ¿Cómo debemos enfrentarnos a ellos? La filosofía no pretende dar respuestas acabadas, pero tampoco permanecer en una constante divagación. Lo fundamental es que cada pregunta surja de un deseo de saber y que permita esclarecer los problemas esenciales a la vida y al hombre. Así la vida adquiere un sentido desde las preguntas que nos formulamos.
¿Por qué se hace filosofía?
Hemos hablado sobre cómo en ocasiones nos vemos convocados a abordar y a responder preguntas esenciales. La filosofía se origina cuando estas preguntas fundamentales se tornan ineludibles, esto es, cuando en lugar de esquivarlas perdiéndonos en las ocupaciones cotidianas, nos cuestionan en toda la magnitud de sus problemas.
Estas preguntas nos dirigen su llamado. En cierto modo, somos llamados por ellas y requeridos por la tarea de pensamiento que exigen. Pero la filosofía no se agota en el llamado que viene hacia nosotros desde ese fondo de interrogantes propios del individuo. La filosofía es posible allí donde correspondemos expresamente a la vocación de este llamado. De este modo, la filosofía supone siempre una disposición, un temple de ánimo peculiar en virtud del cual prestamos oídos y acogemos lo que nos reclama. Llega a filosofar quien se dispone y recibe las preguntas fundamentales como su más íntima pertenencia, y quien se confía des interesadamente a la tarea de su resolución.
Esta disposición o temple de ánimo fundamental no es, sin embargo, el mismo en todos los filósofos. Los primeros hombres que filosofaron, llamados presocráticos, es decir, filósofos anteriores a Sócrates, lo hicieron movidos por la perplejidad y el asombro ante las cosas. Por su parte, Aristóteles, pone en la base de la filosofía la acción de un deseo de saber por el cual es propio del hombre huir de la ignorancia. Para Descartes, el ánimo que mueve al pensar es la duda ante lo que ordinariamente suponemos verdadero. En el mismo sentido que Aristóteles, Fichte, filósofo alemán, estima que el interés por la verdad es un impulso originario de nuestra razón.
En tiempos recientes, la angustia ha sido el ánimo dominante de ciertas corrientes filosóficas, principalmente del existencialismo. Esta, sin embargo, no debe confundirse con el temor ni con la desesperación, pues se la comprende, incluso, como una especie de serenidad por su carácter reflexivo y duradero. Se ve con claridad que, pese a que la disposición puede cambiar tanto en el caso de las distintas filosofías como de sus períodos históricos, toda filosofía presupone un ánimo determinado que funda y orienta sus preguntas conductoras.
Muchas personas sostienen que la filosofía es una disciplina solo para expertos, otros insisten en que es una pérdida de tiempo y que hay que aceptar las cosas tal y como son, e incluso hay personas que afirman que la filosofía es un pasatiempo de personas que han enloquecido.
El rey sabio
Una vez en una lejana ciudad, un rey poderoso y sabio, gobernaba a sus súbditos. Y era temido por su poder, y amado por su sabiduría.
Ahora bien, en el centro de aquella ciudad, había un pozo de aguas frescas y cristalinas, del que bebían todos los habitantes, incluso el rey y sus cortesanos, pues no había otro pozo.
Una noche, en tanto todo el mundo dormía, una hechicera se deslizó en la ciudad y vertió en el pozo siete gotas de un líquido extraño y dijo: “de hoy en adelante, quien beba de este pozo se volverá loco”.
A la mañana siguiente, todos los habitantes, menos el rey y su gran chambelán, bebieron del agua del pozo y se volvieron locos, tal como la hechicera lo predijo.
Y durante todo aquel día, los habitantes de la ciudad, tanto en las calles estrechas como en los mercados, no hacían sino murmurar y susurrar unos a otros: “El rey está loco, el rey y su chambelán perdieron la razón. Es natural no aceptar ser gobernados por un rey loco. !!!Debemos destronarlo¡¡¡”.
Por la noche, el rey pidió que le llenaran una gran taza de oro con agua de aquel pozo. Cuando se la trajeron, él y su chambelán bebieron copiosamente.
Al siguiente día, hubo en la ciudad un gran regocijo, porque el rey y su chambelán habían vuelto a recuperar la razón.
Hacer filosofía es ver el mundo como si fuera la primera vez que lo vemos.
Haz observado día tras día que el sol se levanta por un costado del paisaje en que vives, te has dado cuenta que realizas cosas cotidianamente pero no profundizas en porqué o para qué las realizas. ¿te has puesto a pensar en lo que podría pasar si un día el sol dejase de salir? ¿Has pensado en el día en que el sol no se oculte?. Preguntas como estas nos permite dar cuenta de que el mundo está lleno de muchos misterios por resolver, y que al intentar resolverlos, necesitamos volver a ver el mundo como si fuese la primera vez, como cuando éramos pequeños y hasta las cosas que hoy consideramos triviales y sin importancia, en aquella etapa de nuestra vida nos sorprendían y nos llevaban por el inmenso mundo del conocimiento, del asombro y de la curiosidad.
La filosofía al rescate del ser humano: Antropología
En nuestra cultura, la búsqueda de la buena vida, es decir, una vida rica en oportunidades para el desarrollo humano, se ha convertido en un ideal casi universal, pero su origen no es precisamente reciente. Durante casi toda la historia, las aspiraciones humanas no han ido más allá de la necesidad de conseguir alimentos, ropa y un techo, una situación en la que el concepto de «necesidad más elevada» era sencillamente inconcebible.
Hoy, gracias a las ventajas ofrecidas por la ciencia, la industria y la tecnología, los obstáculos materiales que antaño impedían la realización humana han sido superados y un número importante de personas empieza a tomar consciencia de una paradoja, una correlación inversa entre la prosperidad material y la satisfacción espiritual: el bienestar económico en sí mismo no supone una garantía de la satisfacción más plena buscada instintivamente. Puede que a corto plazo, una vida repleta de restaurantes de moda y ropa de diseño divierta y estimule, pero al final provoca una insatisfacción profunda y el ansia de algo más espiritual.
La modernidad se enfrenta a un desafío turbador y sin precedentes, que de algún modo consiste en seguir siendo una cultura de la abundancia y al mismo tiempo ocuparse de las necesidades de la vida interior. Sólo será posible alcanzar una vida que merezca ser vivida enfrentándose a este desafío incongruente de un modo exitoso, y qué mejor modo que viendo la vida de una manera filosófica.
A lo largo de los siglos, la mayoría de las discusiones sobre la cultura occidental se han centrado en los preceptos y las prácticas de la tradición judeocristiana. Durante más de dos mil años, cualquier consideración acerca de la vida espiritual caía dentro de la esfera privilegiada de la religión organizada. Pero el desarrollo del laicismo moderno en los siglos XVIII y XIX supuso comprometer la credibilidad del sendero religioso y causó un grave dilema para el mundo occidental moderno: los imperativos espirituales de la vida siguen exigiendo nuestra atención en una época en la cual los mecanismos tradicionales para enfrentarse a dichas necesidades se han vuelto cada vez más disfuncionales e ineficaces.
Un posible remedio para resolver esta situación reside en recurrir a una tradición sumamente distinta, una que no dependa de la fe sino que intente alcanzar una comprensión espiritual recorriendo otra ruta: la de la investigación racional. Dicho enfoque constituye el núcleo del legado del antiguo helenismo, el don que hombres como Sócrates, Plantón, Aristóteles, Epicuro y otros otorgaron a la civilización occidental. A diferencia de la perspectiva centrada en el dios de los hebreos, los antiguos griegos convirtieron a la humanidad en el centro de su iniciativa cultural. Sófocles tipificó las actitudes griegas en ese sentido, al describir al hombre como la más «maravillosa» de las criaturas. Más que ninguna otra, la característica que distingue a la humanidad, la esencia que otorgó a nuestra especie su potencial único, era la capacidad racional del hombre que permitió que la humanidad viviera en armonía con el hecho de su existencia y que aseguró nuestra capacidad de alcanzar un código vital independiente del mandato divino. La razón puede proporcionar sus propios criterios espirituales que son únicos, incluso en ausencia de la mitra y el cáliz
Gnoseología: el saber
“Recógete, pues, en ti mismo tanto como puedas; busca a aquellos que puedan hacerte mejor, y recibe también a aquellos a quienes puedas mejorar. Esto es recíproco: los hombres aprenden más cuando enseñan. Sin embargo no te has de exhibir por todas partes para hacer gala de tu ingenio y dar lecciones públicas. Te lo permitiría si tus sentimientos estuvieran acordes con los del pueblo (…) ¿Para quién he aprendido esto? No temas haber perdido el trabajo; lo has aprendido para ti” Séneca
Todos los días nos enfrentamos con el problema de saber si algo es cierto o no lo es. Solemos admitir que sabemos y conocemos sobre muchas cosas, pero no estamos seguros de que algo sea por entero verdadero. En una charla, conversación o discusión común, estamos acostumbrados a decir “creo que…” o “desde mi punto de vista…”. Pero independientemente de la opinión, la concepción personal la inseguridad o la creencia individual ¿hay algo por entero cierto o por entero falso?
La mayoría de las personas piensan que el conocimiento es subjetivo, es decir que depende de situaciones, concepciones, percepciones y demás elementos que impiden la existencia de una verdad o falsedad absoluta. Según esta forma de ver, una cosa sólo es verdad para quien la cree o la considera como tal pero para otra persona puede resultar siendo falsa. Existe entonces una muy difundida creencia de que no hay posibilidad de un conocimiento objetivo.
Sin embargo, ¿cómo justificar esta creencia? ¿Cómo sabemos que la verdad solo depende del cristal con el que se mire? ¿No es también, subjetiva esta opinión?
El subjetivismo cree que el subjetivismo es cierto, pero no cree que sea solo un punto de vista, sino que cree que es objetivamente cierto. Hay aquí evidentemente una contradicción. Si para defender el subjetivismo hay que aceptar que existe un conocimiento objetivo, el subjetivismo es falso. Algo no es verdadero solo porque yo crea que es verdadero. La verdad no depende de las creencias.
Pero, si no depende de ellas, ¿de qué depende? ¿Cómo sabemos que estamos frente a un conocimiento objetivo? Esta es, por supuesto una pregunta que merece un tratamiento filosófico.
La parábola de la parábola
Hace mucho tiempo andaba la Verdad por las calles, en los pueblos, tratando de hablar con la gente, pero la gente no la quería, la despreciaban solamente por las ropas que llevaba. La Verdad andaba con harapos, sin lujos, sin pretensiones, tan simple, pura y sencilla como la Verdad. La Verdad siempre trataba de acercarse a la gente, de entrar en sus hogares, pero siempre fue despreciada y humillada, pues nadie la quería por sus vestiduras harapientas.
Un día la Verdad andaba caminando y llorando, muy triste por todo esto, hasta que de repente se encuentra a alguien muy alegre, divertido, vestido con colores muy llamativos y elegantes y toda la gente la saludaba !!!.....Era la Parábola !!! ...Y la Parábola ve a la Verdad y le dice:
"Verdad, ¿por qué lloras?"
La Verdad le responde: "La gente me desprecia y me humilla! Nadie me quiere ni me aceptan en sus casas!"
La Parábola le dice: "Claro, Verdad... Te entiendo; lo que pasa es que tienes que vestirte como yo, con colores y bien elegante....y verás el cambio".
Parábola le prestó uno de sus vestidos a Verdad y desde ese día, como un milagro, de repente, la Verdad que aceptada por la gente y era querida por todos...
Moraleja:
Nadie acepta la Verdad desnuda. Todos la prefieren disfrazada con ropas de Parábola
Creencias sobre las creencias.
Los filósofos están profundamente interesados en los sistemas de creencias. Muchos de ellos, desde Plantón hasta William James, se han fijado en la función que cumplen los sistemas de creencias –para bien o para mal– en nuestra vida cotidiana. Hobbes observó que el mundo humano está gobernado por la opinión. Las opiniones no son más que creencias prematuras sobre los asuntos que reclaman poderosamente nuestra atención inmediata. El examen filosófico de un sistema de creencias nos lleva a tratar de comprender no solo lo que las personas creen, sino también cómo han llegado a creer en lo que creen, qué razones tienen para creer en lo que creen, cómo afectan sus creencias a su modo de vida y hasta qué punto dichas creencias constituyen la fuente de su bienestar, trastorno o malestar.
Hay algo asombroso acerca de las creencias humanas y es que, con independencia de lo que llegues a creer acerca de algo, siempre cabe encontrar a alguien que crea lo contrario, o algo incompatible. Esto puede conducir a actos humanos que también resultan contradictorios o incompatibles.
Las personas deben ser libres de creer y rendir culto a sus ideas, costumbres y modos de vida a su manera, pero debe quedar claro que dicha libertad jamás debería llevar al derecho de hacer daño al prójimo por el solo hecho de vivir o querer hacerlo de otra manera. Se deben conocer muchas maneras de defender o atacar, reforzar o socavar cualquier creencia o sistema de creencias sin necesidad de llegar a los actos de hecho. Hay filósofos capaces de abogar por cualquier punto de vista, por más sagaz o absurdo que sea, sin embargo si las ideas y/o creencias que se manejan, hacen sentir malestar, y si además se carece de orientación filosófica para enfrentarse a dicho malestar de manera constructiva, es harto probable que exista una propensión a sufrir innecesariamente y puede ser que este malestar se extienda a los demás de forma destructiva y virulenta como si se tratase de una plaga mental.
Cómo se abrió el sendero
En el Jornalinho, de Portugal, se encuentra una historia que nos enseña mucho respecto a aquello que escogemos sin pensar o validar lo que otros creen o hacen:
Un día, un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pastura. Siendo animal irracional, abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas. Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero, líder de un rebaño, que, viendo el espacio ya abierto, hizo a sus compañeros seguir por allí.
Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese sendero: entraban y salían, giraban a la derecha, a la izquierda, descendían, se desviaban de obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. Pero no hacían nada para crear una nueva alternativa.
Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en un amplio camino donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría haber sido vencida en treinta minutos, si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.
Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y, posteriormente, en la avenida principal de una ciudad. Todos se quejaban del tránsito, porque el trayecto era el peor posible.
Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los hombres tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto, sin preguntarse nunca si aquélla es la mejor elección.
Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los hombres tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto, sin preguntarse nunca si aquélla es la mejor elección.
Muchas veces actuamos siguiendo ciegamente y sin reflexión aquello que otras personas, trátese de autoridades, líderes o gente del común, han realizado como producto de sus propias percepciones y/o intereses. Damos por sentado que el saber establecido es una autoridad sobre nosotros y no reparamos en actuar, pensar, ser y sentir en función de nuestras propias convicciones, intereses y aspiraciones
El autodominio.
“Resístete a cualquier fuerza externa que pueda delimitar tus ideas y tus actos; no te dejes engañar creyendo sólo lo que consideras útil y conveniente; una libertad completa requiere una lucha interior, una batalla para dominar las fuerzas psicológicas y espirituales negativas que impiden una existencia sana; el autodominio exige una sinceridad implacable”.
Uno de los vínculos más concretos entre la época antigua y la moderna es la idea de que la libertad personal es un estado sumamente deseable y una de las grandes bendiciones de la vida. Hoy en día, se tiende a asociar la libertad sobre todo con la libertad ética. Por tanto, la libertad a menudo es percibida como una recompensa de la lucha interna, y medida en cuanto a la capacidad de ejercer «derechos» individuales.
Sin embargo, puede que los individuos que gozan de una protección completa en un sistema de derechos políticos y disfrutan de inmunidad frente a la opresión exterior, no dispongan de una protección total frente a fuerzas psicológicas y espirituales negativas. Las constituciones y las leyes democráticas administran la libertad de los ciudadanos y los protegen de la opresión, pero su alcance no basta para asegurar la libertad más global implícita en el concepto de «autodominio». Los antiguos afirmaban que la obtención de la verdadera libertad suponía una doble batalla: en primer lugar; una batalla exterior contra cualquier fuerza extraña que pudiera delimitar el pensamiento y la acción. En segundo lugar, una batalla interior, una lucha contra las fuerzas psicológicas y espirituales que impiden una independencia sana. La antigua sabiduría comprendía claramente que la humanidad tiene una capacidad infinita de auto engañó, de buscar lo útil y conveniente a costa de la verdad y la realidad, todo ello con consecuencias desastrosas. Los inversores individuales a menudo se engañan a sí mismos aferrándose a acciones de dudoso valor, y creen en lo que quieren creer. Suelen acabar echándole la culpa a los analistas y corredores de bolsa cuando en realidad son ellos quienes tomaron la decisión de comprar las acciones en primer lugar. Los estudiantes también se engañan a sí mismos y se convencen de que pueden aprobar un curso sin estudiar, y acaban por culpar a los profesores por su fracaso final. Los pacientes también se engañan a sí mismos creyendo que pueden curarse mediante «remedios alternativos» que no suponen la vida restrictiva de los métodos convencionales
El autodominio no es un don divino recibido al nacer sino una lucha cotidiana, una guerra interior, un combate entre elementos racionales e irracionales, que es mucho más difícil e intimidatorio que cualquier lucha contra adversarios externos. Ganar dicha guerra requiere una sinceridad implacable y la capacidad de evaluar de un modo crítico las opciones, los valores y el estilo de vida que elegimos; exige que dejemos de culpar a los demás de nuestros defectos o de perder el tiempo ideando excusas.
En el proceso que supone reconstruirse, quienes se dominan a sí mismos proceden sin piedad ni indulgencia: evalúan sus defectos con sinceridad, sobre todo los malos hábitos que minan su bienestar. Y lo más importante: el autodominio requiere saber quiénes somos y una imagen de uno mismo precisa e inequívoca que alimente, informe y actualice cuanto hacemos. El autodominio requiere una orientación interior y una autodeterminación conforme a las normas y los principios que se alcanzan a través del crisol que supone el auto examen crítico.
Las personas que se dominan a sí mismas son seguras sin ser auto suficientes, confiadas sin ser vanidosas u orgullosas. Resumiendo, el individuo que se domina a sí mismo representa la personalidad integrada, una persona que funciona al más alto nivel y a la que se considera «libre», porque la libertad más elevada supone un auto conocimiento que rechace las apariencias y los falsos sentidos de saber.
Las clases de saber
Constituye una gran y difícil empresa tratar de reconocer qué es el saber y hasta qué punto se puede llegar a conocer todo cuanto existe en el contexto en el que nos desenvolvemos, sin embargo baste decir que existen algunas formas de saber claramente reconocidas cada una de las cuales posee una importancia gradual de acuerdo al cómo, cuándo, para qué y por qué hacemos uso de cada una de ellas:
El saber para la vida:
En el marco de la gnoseología, todo lo que el ser humano ha aprendido, surge como resultado de una necesidad para comprender el mundo, saber utilizar los elementos que en él se encuentran y de una u otra manera, cubrir nuestra necesidad de curiosidad. El saber tiene que ver con las actitudes propias de hombre, con su pensar y obrar; no es un tipo de conocimiento dirigido a producir una obra en particular o a conseguir un fin. La vida implica tener un buen juicio, una justa medida para todas las cosas y un obrar oportunamente. Esto es algo que todas las personas buscan, y con lo cual casi siempre están insatisfechas, ya que la naturaleza humana parece ser impredecible y difícil de comprender.
El saber productivo:
Referido a aquel tipo de conocimientos dirigidos a la producción de una obra específica. Este tiene su origen en la experiencia e implica un mayor grado de complejidad en tanto que la observación y elaboración de un producto implica avanzar más allá de lo que simplemente hacemos. En el ámbito productivo hay quienes conocen su oficio por experiencia y hay otros que estudian los principios generales que llevan a la producción. Este tipo de saber con conocimiento de causa se le llama técnico, palabra que en nuestros días ha adquirido una connotación importante en tanto que la productividad constituye el eje central sobre el que giran las relaciones sociales cotidianas.
saber cotidiano:
Si observamos lo que hacemos a lo largo del día podemos dar cuenta de lo que hemos aprendido desde que éramos pequeños, como aquellas cosas que quedaron registradas desde entonces y que ahora parecen “normales”. Aún ahora aprendemos cosas nuevas que pronto las convertiremos en un hábito automático. Pero no solo se trata de saberes que podemos poner en práctica, sino de conocimientos que tenemos sobre muchos temas que no implican acción alguna.
El saber teórico:
La palabra theorein en la tradición de la Grecia antigua, también era entendida como levantarse del suelo y contemplar desde lo alto. Ver desde arriba permite tener una visión completa de las cosas y de las relaciones entre sí, tal como sucede al contemplar los elementos de un paisaje desde la cima de una montaña. Hacer teoría es elevarse desde lo diverso de la experiencia particular hasta lograr una unidad abstracta.
El saber filosófico:
El término saber desde el punto de vista filosófico está relacionado con el término sabor (la acción de probar las cosas y descubrir a qué saben) en sentido más amplio, el saber es un contacto con la realidad con el único fin de distinguirla y entenderla: hacer consciente lo que se sabe, sistematizar lo sabido, poder dar razón de ello ante los demás, ser capaz de preguntarse por lo que uno sabe con actitud crítica. El ser humano dispone de dos fuentes de saber: va más allá de los sentidos y muestra la esencia (la verdad de las cosas desde el entendimiento) razón; además proporciona la experiencia básica de las cosas (muestra la realidad a través de los sentidos) sensibilidad. De allí el significado del término filosofía: “Amor a la sabiduría”
Aprender a pensar y a actuar: Lógica
Concepto general y clasificación.
La denominación de la lógica está directamente relacionada con la palabra griega logos, cuyo significado en griego antiguo es equivalente a “pensamiento” ó “razón”, pero también “palabra” ó “conocimiento”. En definitiva, se trata del estudio de la forma en que funciona la facultad humana de pensar y razonar. Puede también definirse como el conjunto de conocimientos que tienen por objeto la enunciación de las leyes que rigen los procesos del pensamiento humano así como de los métodos que han de aplicarse al razonamiento y la reflexión para lograr un sistema de raciocinio que conduzca a resultados que puedan considerarse como certeros ó verdaderos.
Debe distinguirse entre la lógica formal y la lógica material.
· La lógica formal también llamada lógica pura que es la lógica propiamente dicha es precisamente la “ciencia” (en cuanto a conocimiento) que determina cuáles son las formas correctas y válidas de los raciocinios; pero lo hace considerándolos en sí mismos y con prescindencia de los contenidos concretos de los razonamientos, es decir, considerando esos contenidos como entes lógicos abstractos, de tal manera que las leyes a aplicar tengan validez para cualquier contenido concreto. Por ejemplo: Todo postulado que parta del Teorema de Pitágoras tiene que tener como base lógica y comprobada que: A2 + B2 = C2. Esto quiere decir, que el raciocinio parte de ciertos conocimientos establecidos (llamados premisas), que conduce a adquirir un conocimiento nuevo (contenido en la conclusión) sin que para ello haya que recurrir a nuevas constataciones u observaciones sensibles distintas ó adicionales a las ya contenidas en las premisas. Por lo tanto, la verdad a que conduce la lógica formal, es una verdad formal, que será verdad en tanto sea verdad el contenido de las premisas e indicará solamente que existe una congruencia de ese raciocinio, consigo mismo. Si en un razonamiento existe falsedad en las premisas, la conclusión es falsa y, viceversa. Pero en cualquiera de los casos, será correcto ó válido como razonamiento.
· La lógica material también llamada lógica aplicada es aquella en que un proceso de raciocinio o de pensamiento se analiza en consideración al contenido real de sus premisas, y por lo tanto, debe conducir a una verdad material, ó sea, una conclusión que sea concordante con la realidad. Por ejemplo: La fórmula H20 es la concreción de un resultado real que todos palpamos y conocemos: el agua, ya que con dos moléculas de hidrógeno y una de oxigeno obtenemos el origen del preciado líquido.
Sin embargo, hay hechos reales que se manejan con normas y pensamientos pre-establecidos por el hombre en sus leyes sociales y civiles como el Derecho donde los escenarios no son todo el tiempo iguales, pues varían de acuerdo a las circunstancias y los acontecimientos acaecidos. De tal manera, las leyes de la lógica formal solamente resultarán aplicables con alcance estricto en el campo de las ciencias puramente exactas y abstractas, tales como las matemáticas, la propia lógica, la mecánica, etc. Así pues, aquellas disciplinas exclusivamente normativas y abstractas tales como el derecho, la sociología, la psicología, la economía, la administración corresponderán a la lógica no formal, pero que podrán tener efectos y consecuencias materiales relevantes para cualquier sociedad actual, con variables que estarán compuestas de premisas formales ó no formales del pensamiento universal del hombre desde el principio de los tiempos
El florero de porcelana
El Gran Maestro y el Guardián se dividían la administración de un monasterio Zen. Cierto día, el Guardián murió, y fue preciso sustituirlo. El Gran Maestro reunió a todos los discípulos para escoger quién tendría la honra de trabajar directamente a su lado.- Voy a presentarles un problema -dijo el Gran Maestro- y aquél que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del Templo.
Terminado su corto discurso, colocó un banquito en el centro de la sala. Encima estaba un florero de porcelana carísimo, con una rosa roja que lo decoraba.
- Éste es el problema -dice el Gran Maestro -resuélvanlo-.
Los discípulos contemplaron perplejos el "problema", por lo que veían los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor. ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál sería el enigma?. Pasó el tiempo sin que nadie atinase a hacer nada salvo contemplar el "problema", hasta que uno de los discípulos se levantó, miró al maestro y a los alumnos, caminó resolutamente hasta el florero y lo tiró al suelo, destruyéndolo.
- ¡¡¡ Al fin alguien que lo hizo!!! - exclamó el Gran Maestro- Empezaba a dudar de la formación que les hemos dado en todos estos años. Usted es el nuevo guardián.
Al volver a su lugar el alumno, el Gran Maestro explicó:
- Yo fui bien claro: dije que ustedes estaban delante de un "problema". No importa cuán bello y fascinante sea un problema, tiene que ser eliminado.
Un problema es un problema; puede ser un florero de porcelana muy caro, un lindo amor que ya no tiene sentido, un camino que precisa ser abandonado, por más que insistimos en recorrerlo porque nos trae comodidad... "Solo existe una manera de lidiar con un problema": atacándolo de frente. En estas horas, no se puede tener piedad, ni ser tentado por el lado fascinante que cualquier conflicto acarrea consigo. Recuerda que un problema, es un problema. No tiene caso tratar de "acomodarlo" y darle vueltas, si al fin y al cabo ya no es otra cosa más que "UN PROBLEMA". Déjalo, hazlo a un lado y continúa tu misión. No huyas de él... No lo escondas… ¡Acaba con él o él te acabará!
La lógica de la vida.
“Libérate por completo del deseo, porque si deseas algunas de las cosas que no controlas, seguro que serás desgraciado... Por lo tanto, quienes quieren ser libres no han de desear nada ni evitar nada que esté bajo el control de los demás, de lo contrario serán unos esclavos... Nunca digas «lo he perdido» acerca de nada, sino «lo he devuelto»... No son las cosas en sí mismas las que perturban a las personas sino su juicio sobre éstas. Sólo has de preocuparte por las cosas que controlas, aquellas que puedes modificar a través de tus actos, no por las que no puedes dirigir ni cambiar”.
En el universo opera un orden racional que refleja una providencia benigna que asegura que el resultado de las cosas sea el correcto. Algunos filósofos no se limitaban a recetar la «fe» como un principio filosófico abstracto; ofrecían estrategias concretas basadas en la disciplina intelectual y espiritual. La clave para enfrentarse a las dificultades y la discordia que importunan la vida de todo el mundo consiste en cultivar cierta actitud frente a las adversidades, basada en la distinción crítica entre las cosas que podemos controlar y las que están más allá de nuestra capacidad de control
En otras palabras, aunque no podamos controlar todos los resultados que pretendemos obtener en la vida, sí podemos controlar nuestra reacción frente a dichos resultados. En ello reside nuestro potencial para vivir una vida tan feliz como satisfactoria
Por desgracia, nadie dispone de una energía ilimitada. Preocuparse por las cosas que no están bajo nuestro control supone una pérdida de tiempo y es destructivo, consume nuestra energía y tiende a prolongar y exacerbar nuestro infortunio. Comprender esta sencilla premisa y poseer la sabiduría, la voluntad y la disciplina necesarias para centrarnos en aquello que podemos controlar, y evitar lo que está más allá de nuestro control, es la base para encauzar nuestras energías de manera eficaz y efectiva, y para vivir en armonía y paz con nosotros mismos y nuestro entorno.
Una de las cosas que no controlamos porque está bajo el control de la naturaleza es el envejecimiento, el pasar a través de las diferentes etapas de la vida, el cambio en nuestro aspecto físico y en nuestra actitud mental. Algunos envejecen más rápidamente y otros con mayor lentitud, pero todos envejecemos a medida que transcurren los años. ¡No existen excepciones a esta regla! Otra cosa que no controlamos es la muerte, el acto final de nuestra existencia. Algunos morirán a una edad temprana debido a accidentes o enfermedades, mientras que otros morirán a una edad avanzada por causas naturales, pero todos moriremos algún día. ¡Tampoco hay excepciones a esta regla! Al final, la naturaleza recupera lo que nos ha dado. Eso significa que en realidad no perdemos la vida sino que le devolvemos a la naturaleza lo que ésta nos ha dado. Una tercera cosa que tampoco controlamos es la conducta de quienes nos rodean, la de nuestra pareja, nuestros hijos, amigos, socios, compañeros de trabajo y supervisores. Una cuarta cosa que no controlamos es el pasado, aquello que ya ha ocurrido, tanto lo agradable como lo desagradable, porque es irrecuperable e inalterable.
Comprender aquello que afecta nuestra vida, separar lo que está bajo nuestro control de lo que no lo está, centrarnos únicamente en los problemas que podemos resolver, no resulta fácil, requiere sabiduría, voluntad, determinación y disciplina. Requiere sabiduría comprender los límites que nos impone la naturaleza, las diversas etapas que nos presenta y también comprender que no podemos cambiar a las personas y las instituciones que no están bajo nuestro control. Requiere voluntad y determinación aceptar las consecuencias negativas de aquello que no controlamos, las consecuencias agradables y desagradables de envejecer, las ideas desagradables relacionadas con nuestra muerte o la de nuestros seres queridos, los efectos adversos de la conducta de los demás y la adversidad de las cosas ocurridas en el pasado. Requiere disciplina aprender a desplazar nuestra energía de aquello que no controlamos y dedicarla a lo que podemos controlar. Requiere disciplina no dejarse arrastrar por las consecuencias desagradables originadas por dedicarnos a aquello que no podemos controlar
.En algunos casos, las personas son lo bastante afortunadas para ser capaces de diferenciar entre lo que pueden controlar y lo que no, y gracias a ello pueden separar un grupo del otro y centrarse exclusivamente en las cosas que pueden controlar. Se levantan por la mañana y se plantean una sencilla pregunta frente a todos los problemas a los cuales se enfrentan: ¿Soy capaz de resolver este problema? De lo contrario, reflexionaré sobre el siguiente, y el que le sigue a ése hasta que logre aislar los problemas que puedo resolver
Por ejemplo: podemos contemplarnos en el espejo y comprobar que nos estamos quedando calvos o que nuestro cabello se está volviendo blanco y plantearnos la siguiente pregunta: ¿Puedo hacer algo al respecto? Quizá un trasplante o un tinte sean una solución temporal al problema, pero en absoluto permanente. En ambos casos, el hecho de que el pelo se vuelva más ralo o cano forma parte del proceso de envejecimiento, y quien lo controla es la naturaleza, no nosotros, y por tanto no hemos de preocuparnos. Ahora pasemos al problema siguiente. Estoy disconforme con mi empleo. ¿Puedo cambiarlo? ¿Está bajo mi control el hacerlo? En caso de que sea así, esbozaré los pasos que he de dar para conseguir otro. Si no fuera así, mi situación actual me impide cambiar de empleo así que preocuparme no resulta útil. Ahora pasemos a la siguiente cuestión. En algunos casos, las personas son menos afortunadas.
sisas, donde esta?
ResponderEliminarY las respuestas
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